¿Qué haces para la felicidad de los tuyos? ¡“Sencillo y gran secreto” de Jesús para tu felicidad!
¿Qué es lo que más deseas
para tus hijos, nietos, amigos, alumnos y seres queridos? Seguramente que sean
felices teniendo éxito y con mucho fruto. Y para eso, dentro de tus
posibilidades, con gusto les brindas la mejor ayuda: orientación, ánimo, aporte
económico, etc.
Una advertencia y un fundamento para dar mucho fruto
En el
evangelio de hoy, Jesús expresa su deseo de que demos frutos abundantes, que
son todas sus obras maravillosas de amor en y a través de nosotros, para la
gloria de Dios Padre. Y para que participemos con entusiasmo en su gloria, Jesús
hoy nos señala una advertencia, un fundamento y dos secretos importantes.
En cuanto a la advertencia dice: “así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí…porque separados de mí nada pueden hacer” (vv. 4-5). Aquí, Jesús, nos aclara que no podemos dar ningún fruto si no trabajamos íntimamente unidos a Él, y no para nuestra gloria sino para la gloria del Padre.
Para el fundamento Jesús expresa:
“el que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto” (v 5). Es decir, se
necesita la comunión perseverante que se logra por medio de nuestra fe en Él. En
una palabra, sólo cuando se da una fluida comunicación con Él, recibiendo la
savia de su gracia, produciremos mucho fruto.
De los secretos: poda e intercesión
Y los dos
secretos importantes, ¿cuáles son?
El primero es
la poda. Esta práctica en la vid consiste en cortar las ramas secundarias, para
que toda la fuerza de la savia se concentre en las principales para producir
frutos buenos y abundantes. Ahora bien, esta “poda” aplicada a nosotros sería
abstenernos de los intereses secundarios. Y así concentrar toda nuestra energía
y tiempo para el anuncio de la Buena Noticia del amor de Dios a todos los
hombres y para su crecimiento en la fe y en el amor.
Entonces, en
concreto, ¿cómo es la poda en la vida de fe?
Esta poda normalmente
proviene de nuestras opciones de vida. Por ejemplo, si una persona se casa y
tiene hijos tendrá una gran felicidad, propia de los esposos y padres. Pero
para ello, será necesario abstenerse de otras cosas secundarias aunque buenas. También
la poda puede provenir de la cruz que Dios permite, como pérdida de trabajo,
accidentes, enfermedades, muerte de un ser querido. El fruto de estas podas dolorosas
frecuentemente se conoce después de un tiempo de haberlas vivido.
El segundo
secreto es la oración de intercesión al Padre. Por eso Jesús dice: “si ustedes permanecen
en mi…pidan lo que quieran y lo obtendrán” (v.7). Es decir, si estamos en plena
comunión con Jesús y le agradamos cumpliendo su mandamiento de amor (cf. 1 Juan
3,22), sólo por interceder con fe, el Señor nos promete que realizará grandes
maravillas para dar frutos de amor a su debido tiempo (cf. San Juan 14, 10.13;
16,23; San Marcos 11,24-25) y para la gloria del Padre. Tenemos el ejemplo de
Moisés, quien intercedió levantando los brazos a Dios para el triunfo de su
pueblo.
Ahora, ¿cómo
podemos hacer para que nuestras peticiones sean aún más eficaces? ¡Jesús pide
hacerlas en su nombre! (cf. San Juan 15,16; 16,23-26), por eso los cristianos
intercedemos al Padre diciendo: “te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor”.
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Querido amigo y
querida amiga, como cristianos ¡es impensable vivir separados de nuestro Señor!
Como dice San Pablo: “Si
vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en
la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor” (Romanos 14,8).
Entonces, ¡seremos muy
felices dando frutos abundantes para la gloria de Dios Padre! Amén.
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