¿En quién y hasta dónde confías? La fe en Jesús, ¿puede salvar tu vida y tu familia?

 


Homilía - Monseñor Han Lim Moon

Domingo 13° durante el año - Ciclo B - 27/6/2021

(San Marcos 5, 21-43)

 

Sabemos que es indispensable que todos los vínculos estén basados en la confianza mutua, aunque de distintos grados: en la vida social, laboral, en la amistad, en la familia, etc. De lo contrario, ¿te imaginas vivir desconfiando de todo y de todos? ¡Sería terrible!

Ahora, ¿qué pasaría si nos faltara la confianza en Jesús? Por la ausencia del vínculo con Él, no podríamos acceder a ninguno de los dones que Dios nos regala a través de Él: su amor, la vida, la fe, etc. 

El evangelio de hoy nos narra dos milagros que provienen de una gran fe en Jesús que va en aumento. La meditaremos en torno a tres aspectos para comprenderla mejor: creer, tocar y salvar.

La fe como el “creer”

En primer lugar, meditemos en torno a “creer”. El evangelio nos presenta a Jairo quien, arrojándose a los pies de Jesús, le pidió que lo acompañara a su casa para que le impusiera las manos a su hijita moribunda. Y así, se curara y viviera. Porque Jairo creyó en el poder y misericordia de Jesús y Él aceptó ir inmediatamente.

En el camino, se acercó una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y que había oído hablar sobre el poder y misericordia de Jesús. Y al acercarse, sin que nadie se diera cuenta, le tocó su manto porque creyó firmemente en Él.

¡Cuán importante es transmitir a todos los hombres esta Buena Noticia de Jesús! Porque la fe de esta mujer justamente fue suscitada por haber escuchado hablar acerca de Él (cf. Romanos 10,17). Además, tanto en la mujer como en Jairo, la fe aumentó por la gran necesidad que los movilizó hacia Jesús. 

La fe como el “tocar”

En segundo lugar, contemplemos la escena en torno a “tocar”. El contacto físico por la imposición de manos a la hijita de Jairo y el tocar el manto de Jesús por parte de la hemorroisa suscitan un encuentro personal con Jesús y un fuerte vínculo con Él por la fe.

Pero es importante aclarar que no todos los contactos físicos significan un encuentro personal con Jesús, de hecho, había una gran multitud que lo apretujaba por todos lados. Sin embargo, por falta de fe en Él, simplemente podrían haber sido contactos superficiales.

En la actualidad, este encuentro con Jesús se da en los sacramentos y, también, cuando tocamos las imágenes religiosas con fe y devoción.

La fe que “salva”

Por último, concluyamos nuestra contemplación en torno a “salvar”. Jesús le dijo a la hemorroisa: “Hija, tu fe te ha salvado…queda curada de tu enfermedad”. Es decir, ante todo, Jesús afirma que ella está salvada, y la curación física es signo de su salvación integral: cuerpo y alma para la vida eterna.

Así fue también con la hijita muerta de Jairo cuando Jesús le dijo: “Niña, yo te lo ordeno, levántate”. Efectivamente, la resurrección de la hija de Jairo no fue sólo la curación de su enfermedad, sino también, un anticipo de la resurrección definitiva, que viene del Señor de la Vida.

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Querido amigo, querida amiga, por medio de estos testimonios milagrosos de fe, hoy el Señor resucitado te invita y te exhorta a que recorras estas etapas de tu fe: creer, tocar y salvar.

Y si estás especialmente urgido, urgida por alguna necesidad propia o familiar, el Señor te dice:  

“No temas, basta que creas…Yo te lo ordeno, levántate”. Amén.

 

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