¡Cuando los hijos te buscan sólo por necesidad…pero puedes dar muchísimo más de lo que piden! ¿Qué se puede hacer?
¿Tienes experiencia de haberte lanzado
en los brazos de tu papá o de tu tío? ¡Seguramente habrá sido una hermosa
experiencia de confianza plena y audacia!
Pedagogía de Jesús Maestro: de lo
visible a lo invisible
Jesús Maestro enseña con buena pedagogía partiendo
de la necesidad vital de las personas. Ante todo, orienta la vida, ofrece el
agua viva (Cf. San Juan 4; 7, 37-39), cura a los enfermos (Cf. San Juan 5,
1-18; 6,2), realiza asombrosamente la multiplicación de los panes (Cf. San Juan
6, 1-15).
Por esta razón, en el evangelio de hoy,
una multitud buscaba a Jesús y, al encontrarlo en la otra orilla, le
preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Entonces Jesús respondió: “Les
aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido
pan hasta saciarse” (v.26).
¿Por qué Jesús contestó con este tono
de reproche? Porque ellos veían signos maravillosos, pero se quedaban sólo con
el beneficio a nivel físico y material, como puede sucedernos a nosotros. Por
eso, Él dice: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que
permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre” (v. 27). De
esta manera, nos conduce a algo absolutamente mayor: ¡ofrecernos a todos el pan
de la vida eterna!
Pedagogía de Jesús Maestro:
progresividad
¿Qué otra característica tiene la
pedagogía de Jesús? Él iba conduciendo a la gente progresivamente hasta llegar
a la cima de la revelación más importante. Por eso afirmó refiriéndose a sí
mismo: “El pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo” (v.
33). Es decir, Él mismo es el Pan que descendió del cielo, pero no solo para
saciar nuestra necesidad física y material sino, la necesidad mucho más
profunda y elevada de todos los hombres ofreciéndonos la vida eterna.
Pedagogía de Jesús Maestro: salto
cualitativo
Entonces, le preguntaron: “¿Qué
debemos hacer?” Jesús respondió: “…crean en aquél que él ha enviado” (v. 28-29).
Es decir, que crean en Jesús, Hijo de Dios, enviado por el Padre. Y como les
resultaba muy difícil creer lo que estaban escuchando, le pidieron una señal
más (cf. V 30). Todo esto podemos compararlo con un guía que condujo a un grupo
de personas a lo más alto de la cima de una montaña. Y, luego, les propuso
subir hasta el cielo, para lo cual tenían que hacer un salto. Y ellas, evidentemente,
habrían pensado que su propuesta era una locura porque con ese salto sólo
caerían en el abismo.
Hoy, Jesús nos pide algo similar, un
salto cualitativo para obtener la vida eterna, que implica creer en Él más allá
de toda lógica humana y de lo científico, y que comienza ya en este mundo. En
una palabra, viendo todo lo que hizo anteriormente tanto en el evangelio como
en nuestra vida, nos pide confiar absolutamente en Él y lanzarnos en sus brazos
para tener la Vida eterna.
…………………
Querido amigo, querida amiga, confiar
y subir en los brazos de Jesús no es una locura porque Él, como Dios, te garantiza:
“Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en
mí jamás tendrá sed” (v. 35).
¿Te animas a dar el “salto” para
subir en los brazos del Señor Jesús?
¡Él te calmará todo tipo de hambre y
sed, y te llenará de alegría y seguridad en tu vida! Amén.
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Gracias Padre
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