¿A quién amas más que a tus hijos? ¿Quién es tu “Perla fina”?

Domingo 24 ° - Ciclo B - 2018 (San Marcos 8, 27-35) 

Homilia Monseñor Han Lim Moon

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Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elias; y otros, alguno de los profetas ». «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? ». Pedro respondió:  « ¿Tú eres el Mesías?». Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debió sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad.Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres ». Entonces Jesús,  llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. (Mc 8, 27-35).

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            ¡Cuánta pasión de los papás por sus hijos en la dedicación y la disposición total hacia ellos! Que impplica renunciar al tiempo de su descanso, gustos, planes personales; pero vale la pena porque los hijos son lo mejor que tienen. Inclusive, por defenderlos, muchos darían la vida.

            ¿Qué implica ser seguidor de Jesús?


Hoy Jesús te pregunta, ¿quién soy yo para ti? Generalmente responden: ¡Jesús es mi amigo, me acompaña siempre! Si contestamos que Jesús es Alguien muy importante a quien seguimos, tengo una noticia un tanto “agridulce”.

            Esto es lo que les sucedió a los apóstoles. A Pedro, al confesar que Jesús era el mesías, el salvador; Jesús le dijo claramente que Él debía sufrir mucho, ser rechazado, ser crucificado y resucitar al tercer día. Y agregó que todo era la voluntad de Dios Padre. Y los invitó a sus discípulos a renunciar a sí mismos y cargar con sus propias cruces para seguirlo.

            Renunciar a sí mismo y tomar la cruz

            Renunciar a sí mismo significa vaciarse y olvidarse de uno mismo, de intereses y proyectos personales e, inclusive, de los vínculos humanos en orden a dar prioridad a Dios.

            Tomar la cruz significa asumir todo tipo de sufrimiento en la vida cotidiana, especialmente, en la persecución por ser discípulos de Jesús. Porque los discípulos no pueden tener una “suerte” diferente del Maestro. Se trata de un sufrimiento diferente a todo tipo de sufrimientos porque su causa es Cristo y su Evangelio.

En concreto, la persecución puede significar incomprensión, desprecio, marginación, burla, maltrato, humillación y, finalmente, puede significar también, el martirio. En la carta a Timoteo dice: “Todos los que quieran llevar a cabo una vida digna de Jesucristo sufrirán persecuciones” (cf. 2 Timoteo 3, 12). Es decir, la persecución da prueba de la autenticidad de un cristiano.

            Si nosotros confesamos que Jesús es nuestro salvador nos dirá la misma condición para seguirlo: renunciar a nosotros mismos y tomar nuestra cruz. Estas condiciones, como ya hemos explicado, serán muy difíciles de poner en práctica si Jesús no es la persona más importante en nuestra vida, inclusive más que un hijo. Para ilustrar esto Jesús puso dos ejemplos: el tesoro escondido y encontrado y la perla fina encontrada. Para comprarlos la persona que los encontró vendió con alegría todo lo que tenía (cf. San Mateo 13, 44-46).

            El testimonio de San Pablo

San Pablo, quien lo encontró, da testimonio de esta manera: “¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?… en todo esto obtenemos una amplia victoria gracias a aquél que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte, ni la vida… ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Jesucristo, nuestro Señor ”(Romanos 8, 35.37-39).

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Querido amigo, querida amiga, si por la gracia de Dios optamos por seguir a Jesucristo, ya tenemos felizmente en nuestra mano el “Tesoro”. Él nos promete acompañarnos con su Espíritu Santo para testimoniarlo, para orar por nuestros perseguidores. Si somos constantes, reinaremos con Él y recibiremos la gloria de la corona eterna en el cielo.

¡Yo para esto viví mis 62 años, y te digo que vale la pena tener la perla fina! ¿No te gustaría tenerla? Amén.

           

Preguntas para la reflexion personal y comunitaria:

-          ¿Quién es Jesús para mí? ¿A qué tuve que renunciar para ser seguidor fiel de Jesús? ¿Es Jesús mi perla fina, mi tesoro escondido?

-          ¿Doy a mis cruces su valor de salvación o las cargo con desánimo y enojo? ¿Qué tipo de persecución sufro por ser discípulo de Cristo?

  

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Comentarios

  1. Gracias Monse qué bella reflexión y nos cuestiona gracias a Dios 🙏💖 Bendeciones

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